A través de la pintura y la literatura, desde una perspectiva fundamentalmente antropológica, se analiza la figura de tres mujeres que, de algún modo, tenemos por personajes de la historia de Salamanca: la Inmaculada de Ribera, siempre Virgen, espejo, y dechado (inalcanzable) de perfecciones; Celestina, prototipo de la alcahuetería que hace caer, y Melibea, la doncella que cae. Utilizo para ello los distintos modelos de retratos femeninos que hacen aflorar las calidades y también las imperfecciones del cuerpo y del alma o las encubren, describiendo sus miembros, de los pies a la cabeza, según los cánones estéticos, reguladores de los gustos de cada época, siempre oscilantes, regidos por parámetros fundamentales y antagónicos: la concertación o lucha platónica entre los conceptos de belleza y bondad y la falsa apariencia o cosmética. Dividimos esta tipología en: “verdadero retrato”; “dibuxo” o retrato hiperbólico; “retrato moral” y “caricatura” o “retrato contrahecho”. Para esta duplicidad de pintar el cuerpo y el alma afirma Lope de Vega ser más certero el empleo de la pintura para el traslado del retrato corporal y la literatura para describir el alma.