Dos historias se entrecruzan: en una, Don Alonso emprende a caballo, en su última noche, el camino de Medina a Olmedo; en ella resuenan los versos que Lope escribió para su versión del mito. En la otra, un joven motorista recorre el mismo camino, a la misma hora.
Una glosa nueva, moderna, de una leyenda ya contada.
Un suceso real, una historia misteriosa, llena de ironía trágica.
Don Alonso y el joven motorista desgranan sus respectivas historias que formulan solos, en alto, como un conjuro contra el miedo que persigue a ambos como una suerte de pesadilla.
La ambigüedad entre ambos espacios y tiempos recorre toda la obra y nos muestra a los dos protagonistas, encarnados en un solo actor, como personajes dobles. Así como dobles son sus razones -el amor, los celos, la envidia, el éxito social, la soledad, el miedo- pero solo uno el viaje, el camino, hacia un destino común, que se ignora y se presiente: lo fatal.
Una versión inusual de El caballero de Olmedo, llena de poesía, drama, música, acción y humor, un monólogo en el que se funden argumental y estéticamente los dos planos del pasado y del presente.
Juan Cañas interpreta en directo música original, música popular y composiciones de Luis de Briceño. En escena se entremezcla la guitarra, percusión -castañuelas, principalmente- y voz, mientras resuena música techno y mientras el personaje protagonista navega de un siglo a otro, en un agónico viaje circular, bailando las obsesiones, los miedos, las ilusiones y las dudas.