The Yoga Lab Retreats

Soy Marian Gómez, fundadora de The Yoga Lab Retreats, una agencia de viajes de bienestar wellness y holística con base en Bali, que organiza retiros de bienestar en Bali, India, Sri Lanka, clases en directo de yoga semanales para todos los niveles en Europa y América, workshops online en directo y retiros virtuales. Estudiante y profesora de yoga por la Yoga Alliance, tras más de una década desarrollando negocios y creando experiencias en el sector turístico, principalmente para terceros, en 2016 decidí tomarme un tiempo para mí. Necesitaba desconectar de la rutina diaria, mi cuerpo pedía calma y sosiego, y me fui al sur de Asia. Se podría decir que fue entonces cuando empezó todo, pero no, comenzó en 2005. Y tras muchos viajes, stress y búsqueda de empleo sin respuestas, en 2018 dí un giro de 180 grados a mi vida que me ha llevado hasta aquí. Soy Marian, fundadora de The Yoga Lab. Estudié Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad Europea de Madrid y en la Katholieke Universiteit Leuven. Creo que tengo el gusanito globbe trotter desde el mismo día en que nací. En 2005, con solo 21 años, ya había conocido parte de Europa, Estados Unidos y Sudáfrica, y fue entre exámenes y papers, en un piso de la calle Príncipe de Vergara de Madrid, donde conocí a mi compañero inseparable de viaje: el yoga. Recuerdo aquel día y aquel sitio como si estuviera pasando ahora mismo por allí: la luz era tenue, había un gran silencio, podías entrar y salir de la sala donde se realizaba la clase en el momento que quisieras, la práctica era libre y el profesor iba enseñando uno a uno a sus alumnos según su nivel. Así que en una sala llena de gente con la pierna detrás de la oreja, y en un piso sin muebles pero invadido por mats, comenzó la que a día de hoy sigue siendo mi mayor aventura. En aquel momento lo único que conocía del yoga era que era originario de la India, que te ayudaba a mantener la calma y que la gente que lo practicaba parecía tener gran control sobre su cuerpo y mente, algo que a mí en ese momento me pareció casi imposible e increíble… y sí, terminé retorciéndome como un preztel también. Siempre he sido una persona inquieta y curiosa por conocer lo que me rodea. Así que poco después de esa primera experiencia con el yoga empecé a investigar sobre su práctica, sobre la meditación, el ayurveda, el balance cuerpo-mente, sus beneficios, filosofía… la biblioteca de la Universidad me ayudó a iniciarme con los pocos libros que encontré allí, pero esa inquietud me llevó a seguir investigando y a aprender poco a poco todo lo que me ha llevado hasta aquí. Mientras profundizaba en la práctica del yoga y la meditación, palabras como Hatha, Vinyasa o Restaurativo empezaban a aparecer con mucha frecuencia y no tenía ni idea de qué significaban. Así que me compré un montón de libros sin saber muy bien qué me encontraría. Internet no era lo que es ahora, no había tantas webs especializadas como ahora, ni el volumen de información era el que podríamos encontrar hoy en día sobre cualquier tema, así que leyendo empecé a descubrir que ciertas posturas o asanas me ayudaban a estirar después de correr (por entonces era una manera de liberar estrés, entrenaba varios días a la semana e incluso hacía carreras). Además, me quitaba el dolor de espalda o de cuello en la época de exámenes, y a dejar de tomar pastillas durante el periodo realizando un par de sencillas posturas… Conforme leía, el tema me interesaba más, quería saberlo y practicarlo todo, hasta el punto de que durante una larga temporada ¡estuve durmiendo en el suelo! Luego opté por regresar a la cama, pero con un colchón más duro del que había tenido hasta entonces Durante cinco años probé varios tipos de yoga, aunque siempre estuve más enfocada en Hatha y Vinyasa. También practiqué Kundalini, que para mí era como tener viajes astrales. He de reconocer que la experiencia es muy diferente dependiendo del profesor y el mío, Rafa, era un crack. Cuando llegué a Los Cabos, en México, conocí al que fue más que mi profesor de yoga, él fue mi maestro en todos los aspectos y toda una inspiración en la práctica: Peter Domecq. Me interesé por asistir a clases de yoga con él, pero mis horarios solo me permitían hacerlo a mediodía, aprovechando el descanso de los almuerzos (la gente que trabaja en oficinas sabe de lo que hablo). Para quien no conozca el clima en Los Cabos, la temperatura media es de 35 grados. No es lo mismo practicar yoga a esa hora, que estar haciendo surf. El mar y el sitio estupendo, por cierto. Y Peter una maravilla por su dedicación y accesibilidad “a la hora horno”. “Así que con todo y con eso, le eché ganás y me lo aventé” como dicen en México y “con toda la actitud”, comenzamos con las clases. Eran muy personalizadas, se adaptaban a cómo nos encontrábamos ese día: desde Hatha, Acroyoga, Vinyasa, Restaurativo, cantos de mantras… Nunca podré agradecerle lo suficiente su dedicación y todas las enseñanzas que recibí durante ese tiempo. Santander, Ibiza, Madrid, Essaouira, Los Cabos, San Francisco, Kerala, Mysore, Ubud, Canggu, mi casa, cualquier playa, cualquier espacio al aire libre… cada uno de estos sitios, por muy alejados que estén unos de otros, han dejado una huella en mi aprendizaje ¿Y ahora? Ahora soy fan del Ashtanga, Yin y Vinyasa Yoga. Los templos hinduistas en Bali, no tienen nada que ver con los de la India, y tampoco se procesa la religión de la misma manera. Pero siguiendo con mi historia, en 2007 me fui a vivir a Bélgica; como ya he comentado, pasados un par de años a México, donde pasé directamente a ser Mexiñola, tiempo después regresé a España y, al tiempo, decidí marcharme otra vez. En 2018 me fui a India a estudiar meditación y ayurveda, donde realicé un curso de meditación en un ashram en Kerala y finalmente me decidí a viajar a Bali, donde mi vida dio un giro 360: me formé para ser profesora de yoga por la Yoga Alliance T-200 con una escuela de San Francisco. No quería renunciar al turismo, el marketing me apasionaba, y el yoga era mi debilidad. Así que eliminé las cuatro paredes que me ahogaban y decidí juntarlo todo: Viajes de Bienestar. Dicho así parece fácil, pero es un dolor de cabeza romper tus creencias, reinventarte, el entorno nuevo y el que dejas, y muchas cosas más que entenderán los que en algún momento se hayan ido de su país. Aunque sinceramente lo que más pereza me da, es hacer la maleta… pero bueno, eso me pasa desde los ocho años. Si alguien inventa algo, por favor, que me contacte Ahora vivo en Internet, que todavía no está considerado un país. La nube me ha dado la oportunidad de poder desarrollar lo que más me gusta y lo que mejor sé hacer desde países con una cultura milenaria del bienestar por la que siento fascinación. En los últimos años he podido compaginar el trabajo con la formación y práctica de todas ellas. Yoga, meditación, ayurveda, turismo, marketing, nuevas tecnologías, retiros de bienestar, detox… y de sobre todas estas cosas, me quedo con las personas. Me encanta compartir tiempo, enseñar y ser enseñada, aprender cada día una cosa nueva. Toda esta mezcla me ha llevado a la que yo llamo “la lactancia” con The Yoga Lab, un nuevo concepto de viajes y vacaciones de bienestar en Bali, India y Sri Lanka. Y digo lactancia, porque aún cuando estás agotada, apenas duermes y haces mil malabares, lo miras, y se te cae la baba de amor. Afortunadamente, es una lactancia light que me permite mi práctica diaria The Yoga Lab es una invitación a dejar el ego en la puerta para practicar yoga y meditación, ser tú sin filtros y disfrutar de actividades culturales con gente con los mismos intereses. Un espacio donde desconectamos de nuestro día a día, para conectarnos con nosotros mismos y donde practicamos la mejor asana o postura de yoga: la sonrisa. Un laboratorio para que, a través de estas prácticas, recuperes la armonía perdida y vivas un auténtico cambio interior. Que te reencuentres y, a la vez, conozcas lugares maravillosos. Nuestros destinos quedarán grabados para siempre en tu recuerdo, como me ocurrió a mí. Nuestra misión, visión y valores se centran en la calidad y el servicio. Ante todo, y sobre todo, el factor humano es determinante, por lo que estamos enfocados en ofrecer servicios de calidad, pero también que estos mejoren nuestra calidad de vida, conjugando la práctica del yoga y la meditación con vacaciones de bienestar eco chic, es decir: unos días de desconexión y reconexión en los que encontrarte a tí mismo y, a demás, vivir una genuina inmersión cultural. Y al igual que en aquel piso de la calle Príncipe de Vergara, lo haremos a tu ritmo. Las clases de yoga se adaptan al alumno y no al revés, para que puedas disfrutar desde los primeros pasos de esta práctica milenaria y sus beneficios. Te invito y te reto a mejorar tu vida. Cambia el concepto de que el yoga es complicado o aburrido; como cualquier práctica requiere de constancia, pero los resultados son asombrosos, y cuanto más lo practiques ¡más vas a querer! Medita, meditar no es dejar la mente en blanco, es poder concentrarte en un pensamiento y tener organizados todos los temas que rondan tu cabeza como si de una biblioteca se tratara. Sí, así de sencillo y de complicado a la vez. Y sí, por supuesto, viaja, conoce y maravíllate, porque el mundo es más increíble de lo que nos han contado y las personas que hay en él son de 10. Gracias infinitas por ayudarme a realizar esta pequeña biografía a mi amiga y periodista Sara Cerro. Quien durante más de una década, me llamaba siempre a pesar de la distancia, para hacerme el resumen de cómo estaba el mundo.

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