Nací en Buenos Aires, Argentina, con la curiosidad de descubrir el mundo a través de mis sentidos; los mismos que he venido conquistando mientras, como lo hacen las hormiguitas, trazo mi propio camino de aprendizajes y conocimientos. Ese mismo camino que me trajo a Barcelona en 2001 y con el que he podido nutrir mi mente, corazón y cuerpo, como parte de la preparación para servir a otras almas en búsqueda de esa conexión y equilibro interior.

Gracias a mi cercanía con las personas, capacidad de observación y disposición para atender las necesidades ajenas (que terminan siendo las propias si atendemos al principio de que somos espejos) puedo entregar a mis alumnos y pacientes un espacio honesto y sensible para su autodescubrimiento, en donde no importa la forma, que llegará eventualmente, sino el poder identificar cómo se sienten en ella, entrando en contacto con su respiración y sus emociones. Cada asana habla de ti. Juntos aprendemos a estar en el momento presente.

Mi relación con el Yoga fue como un amor a primera vista: desde que entré a esa primera sala, sentí que allí era a donde pertenecía. Desde entonces, y con el Yoga Asthanga como pilar, me he encargado de integrar diferentes técnicas para conseguir una práctica de yoga dinámico con el que me es posible acompañar todo tipo de practicantes, sin importar el nivel personal en el que se encuentren, bien sea para perfeccionar sus asanas (posturas) o simplemente para familiarizarse con ellas, proponiendo como objetivo fundamental la conexión consigo mismos.

En la MTC (Medicina Tradicional China) encontré un complemento perfecto para sustentar este hermoso despertar corporal. Por ello he venido incorporando conceptos como los cinco movimientos (tierra, metal, agua, madera y fuego) con sus emociones, órganos y vísceras, colores, sabores y alimentos, para ayudar a la preparación del cuerpo y mente en el propósito de sentirnos cada día en mayor armonía y estabilidad, y así disfrutar de cada instante de la vida.